miércoles, 21 de enero de 2015

Automedicación


persona automedicandose

El uso irresponsable de sustancias,  puede llevar a modificaciones en la personalidad que reducen la capacidad de ser libre y comprometen la elección de nuestro propio destino.
La estructura socio-cultural de países en desarrollo como el nuestro, se caracteriza por ser politoxicomanígena  y poli consumidora de drogas médicas.
Vivimos en una sociedad donde las crisis se repiten. En la actualidad, donde todo parece perdido (y está todo por ganar) necesitamos más que nunca  estar sanos psíquica y físicamente.
Cuantas veces nos sentimos tan cansados, sin ganas de nada? Y aparece un amigo diciendo las palabras mágicas:
- Probá con ésto... A mí me hizo muy bien, hace años que lo tomo.
O nuestro propio médico:
-Su dolor es por la tensión que estamos viviendo, tómese esta pastilla cada vez que se sienta mal?
¿Es realmente una vida mejor la que se logra mediante el uso de sustancias, teniendo en cuenta que en muchos casos ayudan a superar dificultades de manera "tramposa"? Por ejemplo el uso de los anorexigenos (quitan el
apetito) para adelgazar.

Existe un uso adecuado en todo esto; lo inadecuado e irresponsable es lo que desmejora la calidad de vida.
¿Cuantas veces vemos a un familiar tomar un ansiolítico cuando padece de insomnio por tristeza (un amigo se lo recomendó) y lo correcto sería un antidepresivo prescripto por un profesional? No sólo no superará su problema, sino que éste puede agravarse, y además un medicamento incorrecto puede perjudicar su salud. La consulta al especialista adecuado no es evitar problemas sino empezar a solucionarlos por el camino oportuno y conveniente.
Estar bien  significa vivir  permitiéndonos modificar nuestros estados de conciencia, manejando nuestras reacciones, disipando la angustia y la aprensión, disfrutando del sueño, reconociendo los estados afectivos
depresivos y exaltados, planificando ritmos vitales, crear estados perceptivos novedosos, mantener un físico acorde a nuestra contextura, edad y sexo.
Cada paciente tiene un cuerpo y  una mente y vive en un sociedad que no puede evitar.
Cualquier intervención profesional debe prevenir la enfermedad, mejorar la calidad de vida, y promover la salud fisica y mental. Más informacion en este blog http://diarium.usal.es/carlosrom

viernes, 16 de enero de 2015

LA ETICA COMO ELEMENTO TERAPEUTICO


Podemos encontrar la definición de conducta en el diccionario como el "modo de gobernar los hombres, su vida y sus acciones" y gobernar significa guiar o dirigir con autoridad.
Muchas veces nos parece que nuestras conductas no son las adecuadas, o por lo menos no están gobernadas con la autoridad (e idoneidad) suficientes como para dirigir nuestra vida diaria hacia objetivos saludables.
La conducta ha sido tradicionalmente analizada desde dos puntos de vista que generaron conceptos de diagnóstico y tratamiento bien definidos:
1) La conducta manifiesta, común, corriente y observable, como respuesta a los estímulos del ambiente.
2) La conducta como resultado de otros pensamientos profundos, concientes o inconscientes, y anteriores a los estímulos del mundo externo.
Entre ellos, se dibuja la zona gris donde se confunden la Conducta Humana (como una parte más de lo que somos) y la Conducta Alimentaria y Nutricional.
El primero de los conceptos nos arriesga (a profesionales y pacientes), a intentar cambios profundos a través de tratamientos desde afuera y como parte de los estímulos del mundo externo, confusos, timoneados al azar, prolongados y de final incierto.
El segundo nos arriesga a la simpleza de dar por sentado que lo que es, será. Y que las modificaciones que pueden realizarse, carecen de la profundidad suficiente como para provocar un cambio radical del rumbo hacia el objetivo.

Surgen muchas preguntas en torno de este tema. Por ejemplo ¿cuál es el objetivo?
Si nos toca en suerte un paciente cuya Conducta Nutricional no es correcta deberíamos tener un breve momento de reflexión antes de encarar su tratamiento y preguntarnos:
1 ¿Es un caso de Conducta Nutricional o simplemente de Conducta Alimentaria?
2 ¿Es un caso de Conducta Nutricional Alterada o esta es la consecuencia de una patología de base mas profunda que no vemos, no queremos ver, o no podemos ver?
3 ¿El paciente realmente quiere curarse?
4 Si el paciente quiere curarse, ¿cuál es su enfermedad?
5 ¿El concepto de salud-enfermedad del profesional coincide con el del paciente?
Aún obteniendo las respuestas adecuadas a estas preguntas, queda la última:
¿Cuál es la respuesta adecuada para cada una de estas preguntas?
Habitualmente un paciente es tratado por diferentes especialistas por separado. Todos suponen hablar de lo mismo, pero la realidad es que todos hablan idiomas distintos, sobre pensamientos distintos y cada uno de ellos, muchas veces, indiferentes al paciente en sí.
Hasta ahora, los clásicos tratamientos de las alteraciones de la Conducta Nutricional, están basados en la imposición y la generación de estímulos estrictos que intentan producir acciones programadas, en general opuestas a los deseos del paciente.
Ante las crisis el equipo de profesionales actúa con todo su arsenal y, aunque lo nieguen, en forma multidisciplinaria: cada cual hace lo suyo sin pensar en los posibles daños que puedan generar la interacción de los tratamientos aislados.
Hablamos siempre de pacientes con múltiples flancos abiertos, y éstos son la mayoría. Sobre ellos, cada especialista piensa que está haciendo lo correcto, pero no piensa en el especialista que viene atrás.
El paciente se convierte en una suma de partes que no terminarán de curar, entre otras cosas porque la enfermedad no admite ser dividida en partes que serán encajadas a la fuerza en distintas teorías.
Separar al paciente en partes, es multiplicar los problemas y prolongar la espera hasta alcanzar la cura, que posiblemente no llegue
Cuando en el IACN hablamos del tratamiento de las alteraciones de la Conducta Nutricional, hablamos de que cada uno de los profesionales que actúan sobre un paciente vamos en la misma dirección y respetamos las mismas directivas de tratamiento.
Cuando se toma una determinación de tratamiento personal, la misma responde a la decisión que tomó previamente el conjunto del equipo, y esta decisión no es la suma de las decisiones de cada uno.
Uno de los ejemplos mas claros de esto, es la obsesión de continuar evaluando al paciente mediante valores estandarizados de peso y prescribiendo planes de alimentación acordes a los mismos, pero muchas veces, absolutamente opuestos a lo que el paciente busca.
Aumentar las raciones de una persona que NO quiere comer (como podría ser un anoréxico o un bulímico), no conducirá jamás a su curación: si mediante la simple voluntad el anoréxico comiera más, no sería un anoréxico. Es el mismo fallido intento que los bienintencionados familiares quieren como remedio casero para un deprimido: Vení, levantáte que hace un día precioso, no te quedes en la cama, bañáte, comé algo. Si el deprimido viera el sol, pudiera levantarse y alimentarse por si mismo, no estaría deprimido.
Así cada integrante del equipo tendrá justas razones para quejarse del accionar del resto, porque muchas veces, además de perjudicar al paciente, el accionar de uno perjudicará la tarea de otro.
Parece la hora de abandonar las sumas que como resultado dan una multidisciplina que paraliza, y reemplazarla por una única interdisciplina: la Ética.